Nada como el Amor

Nada se compara con amar y sentirse amado. Nada como encontrar a esa persona especial con la que compartes todo en la vida y, a través de la unión con ella, sentirte completo. Tristemente, cada día escucho más sobre relaciones a mi alrededor que se rompen, sobre matrimonios disueltos y sobre todo, escucho que aquellos a quien amo, viven infelices porque no son capaces de experimentar el amor que desean.
Yo recibí y entregué hace poco más de 10 años, el sacramento del Matrimonio (así, con mayúscula) y, como la mayoría, he vivido un sin fin de situaciones y emociones que me han hecho sentir muchas veces plenamente feliz y también en ocasiones no tanto o incluso a punto de correr. A lo largo de este tiempo he encontrado ciertas ideas y escritos que me han ayudado a mantenerme en el estado de vida que elegí y quiero empezar a poner esas ideas en “blanco y negro”, combinarlas con las mías y, a través de una serie de seis reflexiones que iré publicando en las semanas siguientes, compartirlas con aquellos que se encuentren con estas letras.

La primera, sobre la importancia de mi historia y mi forma de comunicarme.
Antes de analizarme en el contexto de una pareja, creo importante verme como individuo. Considero necesario reflexionar sobre la historia de mi vida que he ido construyendo y las herramientas con las que cuento para comunicarme con quienes me rodean, porque esos elementos son condicionantes de la forma en la que me relaciono (o en su caso, soy incapaz de) con los demás.
Sobre mi historia, me ha sido útil entender que es el producto de las circunstancias que me tocó vivir, con los padres que me tocó tener, los hermanos, las escuelas, los grupos a los que pertenecí e incluso de mi genética. Algo que a primera vista parece simple es que NADIE tiene una historia igual a la mía. Simple y no. Me ha costado mucho aprender que NADIE está obligado a ver el mundo como yo lo veo. Ni mi pareja. Ni después de 10 años.
Sobre mi habilidad para comunicarme, me ha sido útil deducir lo importante de entender que las opiniones emitidas y también las recibidas, son sólo eso, el punto de vista de un observador, pero no una verdad absoluta. Según Sócrates “una opinión es algo subjetivo que no tiene la mínima importancia; necesito comprender porqué tu has dicho esto o aquello, porqué utilizaste tal ejemplo, porqué cambiaste de tono.” Cuando comprendo que lo que me dices es tu perspectiva, producto de tu historia y verbalizado de la manera como aprendiste a comunicarte, no me puede dañar. Me motiva sí, a trabajar para entender quién eres y por qué me lo dices, para construir una relación contigo e incluso, si me interesa, para trabajar en modificar la opinión que tienes de mí.

La segunda, sobre el enamoramiento.
Hoy me he enterado que cuando empecé mi relación de pareja, entré en un estado que no es amor. Dorothy Tennov acuñó el término limmerence para distinguir el enamoramiento del verdadero amor. Esa primera etapa que muchos hemos experimentado implica, según la Dra. Tennov: pensar de manera obsesiva en nuestra pareja (no dormía, le componía canciones, le hacía cartas), evaluar positiva e irracionalmente sus atributos (¿¿¿¿Entonces no era la novia más bonita, inteligente, sensible y buena del mundo????), depender emocionalmente (Papá: disculpa los recibos de teléfono con llamadas de horas de larga distancia que te hacía pagar… estaba enlimerado) y un deseo desesperado por ser correspondido. Según su experiencia, ese estado sólo dura en promedio dos años… ¡Afortunadamente!
Por lo mismo, debo conservar como un grato recuerdo esa etapa y también estar consciente de que el matrimonio, desde la perspectiva del famoso “hasta que la muerte los separe” requiere mucho más que ese primer estado de ensueño.

La tercera, sobre el amor volitivo.
Después de que terminan el noviazgo y la luna de miel, empieza una etapa en la que nos demostraremos la capacidad para dejar a un lado los sueños y las ilusiones y llenar nuestra vida con realidades satisfactorias para nosotros y nuestra pareja. No podemos pensar que el enamoramiento será un estado que durará para siempre. Incluso sería peligroso. Imaginen no poder concentrarse en el trabajo, no hacer otra cosa que escribir cartitas y pensar que todo lo que hace nuestra pareja es no sólo correcto, sino lo mejor (si alguien de más de 30 y con hijos sigue así, por favor llame al 911 o al menos a la Bolsa de Trabajo del Gobierno Federal). Como lo dijo Gary Chapman en su libro Los Lenguajes del Amor de 1992: “En el libro de nuestra vida en matrimonio, el enamoramiento no es sino la introducción. El resto de nuestro libro es el amor racional, volitivo. Esa es la clase de amor al que los sabios siempre nos han llamado. Es intencional. Buenas noticias para los casados: si el amor es una decisión, entonces ellos tienen la capacidad de amar después de que la obsesión del enamoramiento ha muerto y de que han regresado al mundo real. El amor es esa actitud que dice: estoy casado contigo y decido cuidar de tus intereses.”

La cuarta, sobre las causas de los problemas en las relaciones.
Aún y cuando entendamos que el enamoramiento no es para siempre y estemos dispuestos a trabajar muy duro para construir un amor maduro y sostenible, nuestra condición humana se impone en muchos de los días de nuestra vida y fallamos en nuestra relación de pareja. En ocasiones en cosas pequeñas pero también en ocasiones en temas que ponen en serio riesgo a nuestro matrimonio. ¿Por qué fallamos? ¿Por qué no somos capaces de resolver los problemas que vivimos en nuestra relación? Respuestas puede haber muchas, pero algunas de mis favoritas las escuché del Padre Ángel Espinoza de los Monteros L.C. en su conferencia El Anillo es Para Siempre: No estamos conscientes del compromiso que hicimos al casarnos o lo asumimos con superficialidad. No estamos conscientes de lo que aceptamos. En su libro con base en la conferencia citada, dice el padre: “Aceptarte a ti es aceptar tu historia personal, es decir, tu pasado, tu presente y tu futuro. Lo que pueda venir. Decir Te acepto a ti es hacerme a la mar contigo, en la misma barca, remar contigo, ser náufrago contigo si fuera el caso… ¡No escapar con un salvavidas!”. Otro de los puntos de vista que me agradan y que exploraré más es el que presentó Willard F. Harley en su muy vendido libro Lo que Él Necesita; Lo que Ella Necesita de 1986 sobre que nos convertimos fácilmente en incompatibles y no luchamos lo suficiente por ser irresistibles. “Según el diccionario, incompatible significa sin armonía, antagonista mientras que irresistible significa tener un atractivo muy poderoso. Las parejas comienzan por ser irresistibles y sólo llegan a ser incompatibles al tiempo que dejan de satisfacer las necesidades del otro. La cura para la incompatibilidad: ocuparse a tiempo completo de satisfacer las necesidades emocionales más importantes del otro. Un problema común es que buscamos con afán a otra persona que tenga la capacidad de satisfacer nuestras necesidades y que cuide de nosotros. En lugar de buscar personas elegibles, debemos aspirar a ser personas elegibles, o mejor aún, irresistibles.”

La quinta, sobre las recomendaciones para sortear los problemas.
De infinidad de sugerencias y métodos para resolver problemas en el matrimonio, desde los tratados serios publicados desde una perspectiva científica hasta las 100 recomendaciones de la revista cosmo para un matrimonio excelente, me ha sido muy útil el planteamiento de Willard F. Harley. Él dice que si bien hombres y mujeres compartimos 10 necesidades básicas en el matrimonio, el orden de prioridades varía e incluso tiende a ser inverso. Con base en su experiencia construyó una jerarquía en la que las 5 necesidades emocionales más importantes de las mujeres son: afecto, conversación, honestidad y franqueza, sostén financiero y compromiso familiar. Las 5 necesidades emocionales más importantes de los hombres son: plenitud sexual, compañía recreativa, atractivo físico, sostén doméstico, admiración.
Es útil profundizar en cada una de las necesidades y desarrollar una serie de prácticas que sean de provecho en la construcción diaria de un matrimonio en el que reine el amor.

La sexta, sobre el crecimiento como persona, pareja y familia.
Cuando vivimos nuestra etapa de educación formal, fue muy normal para nosotros leer libros sobre un tema específico, hacer ejercicios, redactar ensayos y seguir prácticas de acuerdo a un manual. En la vida profesional, hemos recibido capacitación, coaching y recomendaciones de rutinas administrativas para el seguimiento que aseguran resultados positivos. En contraste, pocas veces nos tomamos en serio la tarea de ser parte de algo tan grande y tan serio como lo es el matrimonio. Reflexionemos sobre el entrenamiento formal disponible, sobre libros que pueden ser de utilidad, e incluso, desarrollemos una metodología para trabajar día a día en la mejora de las relaciones de pareja.

Espero que sigan en este camino conmigo. Continuaré con este tema que me apasiona, entrando a detalle en cada uno de los puntos que he esbozado. Espero también contar con sus comentarios y aportaciones, para enriquecer el intercambio y aprovechamiento de todos los que se detengan ante esta ventana electrónica.