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Mostrando entradas de septiembre, 2010

Ella y Yo.

Empezó de la forma más complicada posible. Un vuelo a las siete de la mañana en sábado, asiento cancelado, lista de espera, incertidumbre, casi fractura. Era mi día con ella, nuestro día y al parecer, no sería. La suerte cambió de pronto y pude llegar. Tarde. Pero su rostro dijo con claridad que nada importaba porque ya estábamos juntos.

¡Sorpresa!

Dicen que la sorpresa es breve. Que dura unos pocos segundos; tantos, como los que tardamos en intelectualizar el evento inesperado. Lo que le sigue puede ser placentero, desilusionante o incluso terrorífico. Yo gozo las sorpresas. Hoy sigo gozando una sorpresa. Estos días de asueto me dieron la oportunidad de recibir una visita inesperada que me alegró mucho. Mi madre vino a la casa. Para incrementar el impacto, llegó cuando estábamos de paseo y por ello se vino de la terminal en un taxi, sin llamarme. La vi justo al abrir la puerta de entrada cuando regresé de andar en bicicleta. Por todo lo que está viviendo en las carreteras de Nuevo León y Tamaulipas, la he ido a visitar menos este año que cualquier otro. Tenía ya semanas sin verla y eso me hizo gozar más con el regalo de su presencia. Esas visitas inesperadas, para mi, expresan amor como pocas cosas. Ese decir más que con palabras, con tu presencia y especialmente con tu abrazo que extrañas a alguien, que deseas verlo y que n