Como lo esbocé la semana pasada, hoy empiezo una serie de tres artículos con los que quiero desarrollar algunas ideas relacionadas con el sexo en el contexto de la relación conyugal. La primera de mis tres publicaciones en este ámbito tiene como idea central explicar porqué pienso que el acto sexual no es el fin último de una relación de pareja, sino una de las diversas herramientas para el perfeccionamiento de la misma y como esta idea colabora en la construcción de una relación humana satisfactoria y duradera.
De entrada, creo importante establecer una distinción entre persona y objeto. Un objeto es una cosa que podemos percibir por algún sentido y sobre la que se puede accionar y carece de autonomía de acción. La persona es definida como un ser racional y consciente de sí mismo, poseedor de una identidad propia. En Psicología: Persona designa a un individuo humano concreto, abarcando tanto sus aspectos físicos como psíquicos para definir su carácter singular y único. ¿Por qué iniciar con estas definiciones? Porque el interés libidinoso está fijado en una parte del cuerpo (objeto) y una relación afectiva se tiene con una persona. Cuando uno de los integrantes de la pareja es inmaduro emocionalmente y por ello tiene problemas afectivos en su relación, disocia la persona del objeto fuente de placer.
Los seres humanos, para nuestra supervivencia, para nuestro desarrollo y en general para todas las acciones que están relacionadas con la búsqueda consciente de estados de paz, armonía y felicidad construimos primordialmente vínculos con personas, no con objetos. Como lo escribió Albert Schweitzer: “Las Relaciones Humanas son las que crean y mantienen entre los individuos relaciones cordiales, vínculos amistosos, basados en ciertas reglas aceptadas por todos y, fundamentalmente, en el reconocimiento y respeto de la personalidad humana”.
Si es entre personalidades humanas que se construyen las relaciones, ¿Qué es pues la personalidad humana? Afectividad, inteligencia y voluntad. Somos la capacidad de reaccionar ante estímulos y manifestarnos mediante emociones; somos la facultad de analizar y comprender; somos también la aptitud de hacer o no hacer algo, la facultad de decidir. La madurez es fruto del equilibrio de las tres facultades. No somos un objeto inanimado. No valemos sólo por una parte de nuestro cuerpo y nadie está posibilitado para tener una relación trascendente con un pedazo de carne manipulable.
La relación humana por antonomasia es la conyugal. Dicha relación está sustentada en el amor que como la muy conocida máxima Bíblica reza: “…es comprensivo, servicial y no tiene envidia; no es presumido ni se envanece; no es mal educado ni egoísta…”. Los matrimonios que mejor funcionan en el aspecto sexual son aquellos en los que ambos se ocupan primordialmente de brindar placer a su pareja; los que precisamente se olvidan del egoísmo y la envidia, en ese aspecto tan delicado como lo es el sexual. Con base en el mundo de la psicología, por definición, en la actitud libidinosa predomina el tomar sobre el dar. Como lo escribió Ronald D. Fairbairn: “…en un nivel mental profundo, tomar es equivalente a acumular contenidos corporales, y dar es emocionalmente equivalente a perder contenidos corporales. Existe además, en un nivel mental profundo, una equivalencia emocional entre los contenidos mentales y corporales.” Por ello, en el matrimonio, el sexo por si mismo no puede estar en el primer plano de nuestros intereses, ya que impediría su realización satisfactoria. En el extremo, podríamos decir que quienes ponen al sexo en un plano superior al resto de los ámbitos de la relación humana, tienen problemas de personalidad relacionados con su capacidad de dar.
Una idea que puede ser controversial, es que el goce sexual apenas si es considerado función primordial del matrimonio en muchos grupos sociales, porque puede obtenerse independientemente de éste. Las necesidades afectivas, los deseos de unión duradera y el deseo de tener un hogar e hijos, son factores de mayor importancia en la creación de relaciones duraderas. El sexo por tanto, tampoco es el fin último aún en los contextos más liberales.
El amor es mucho más que la unión sexual. El sexo es un elemento más que sustenta y da vida al amor, pero no es el único y tampoco el más importante. Lo que realmente merece la pena es la comunión que se produce cuando dos seres humanos se funden en uno con todo lo que son como personas. La carne es sin duda el vehículo de esa unión, pero como lo dije desde el inicio, somos mucho más que carne.
La próxima semana escribiré sobre la tendencia que se ha desarrollado en nuestros tiempos relacionada con quitarle el valor humano a la relación sexual y su progresiva conversión en una cosa más de las muchas que tenemos que hacer. Esto lleva a que le restemos significado a la realización de un acto que es parte integral de una relación trascendente.
Entre tanto, ¿Creen ustedes que el sexual es el aspecto más importante de una relación conyugal?
De entrada, creo importante establecer una distinción entre persona y objeto. Un objeto es una cosa que podemos percibir por algún sentido y sobre la que se puede accionar y carece de autonomía de acción. La persona es definida como un ser racional y consciente de sí mismo, poseedor de una identidad propia. En Psicología: Persona designa a un individuo humano concreto, abarcando tanto sus aspectos físicos como psíquicos para definir su carácter singular y único. ¿Por qué iniciar con estas definiciones? Porque el interés libidinoso está fijado en una parte del cuerpo (objeto) y una relación afectiva se tiene con una persona. Cuando uno de los integrantes de la pareja es inmaduro emocionalmente y por ello tiene problemas afectivos en su relación, disocia la persona del objeto fuente de placer.
Los seres humanos, para nuestra supervivencia, para nuestro desarrollo y en general para todas las acciones que están relacionadas con la búsqueda consciente de estados de paz, armonía y felicidad construimos primordialmente vínculos con personas, no con objetos. Como lo escribió Albert Schweitzer: “Las Relaciones Humanas son las que crean y mantienen entre los individuos relaciones cordiales, vínculos amistosos, basados en ciertas reglas aceptadas por todos y, fundamentalmente, en el reconocimiento y respeto de la personalidad humana”.
Si es entre personalidades humanas que se construyen las relaciones, ¿Qué es pues la personalidad humana? Afectividad, inteligencia y voluntad. Somos la capacidad de reaccionar ante estímulos y manifestarnos mediante emociones; somos la facultad de analizar y comprender; somos también la aptitud de hacer o no hacer algo, la facultad de decidir. La madurez es fruto del equilibrio de las tres facultades. No somos un objeto inanimado. No valemos sólo por una parte de nuestro cuerpo y nadie está posibilitado para tener una relación trascendente con un pedazo de carne manipulable.
La relación humana por antonomasia es la conyugal. Dicha relación está sustentada en el amor que como la muy conocida máxima Bíblica reza: “…es comprensivo, servicial y no tiene envidia; no es presumido ni se envanece; no es mal educado ni egoísta…”. Los matrimonios que mejor funcionan en el aspecto sexual son aquellos en los que ambos se ocupan primordialmente de brindar placer a su pareja; los que precisamente se olvidan del egoísmo y la envidia, en ese aspecto tan delicado como lo es el sexual. Con base en el mundo de la psicología, por definición, en la actitud libidinosa predomina el tomar sobre el dar. Como lo escribió Ronald D. Fairbairn: “…en un nivel mental profundo, tomar es equivalente a acumular contenidos corporales, y dar es emocionalmente equivalente a perder contenidos corporales. Existe además, en un nivel mental profundo, una equivalencia emocional entre los contenidos mentales y corporales.” Por ello, en el matrimonio, el sexo por si mismo no puede estar en el primer plano de nuestros intereses, ya que impediría su realización satisfactoria. En el extremo, podríamos decir que quienes ponen al sexo en un plano superior al resto de los ámbitos de la relación humana, tienen problemas de personalidad relacionados con su capacidad de dar.
Una idea que puede ser controversial, es que el goce sexual apenas si es considerado función primordial del matrimonio en muchos grupos sociales, porque puede obtenerse independientemente de éste. Las necesidades afectivas, los deseos de unión duradera y el deseo de tener un hogar e hijos, son factores de mayor importancia en la creación de relaciones duraderas. El sexo por tanto, tampoco es el fin último aún en los contextos más liberales.
El amor es mucho más que la unión sexual. El sexo es un elemento más que sustenta y da vida al amor, pero no es el único y tampoco el más importante. Lo que realmente merece la pena es la comunión que se produce cuando dos seres humanos se funden en uno con todo lo que son como personas. La carne es sin duda el vehículo de esa unión, pero como lo dije desde el inicio, somos mucho más que carne.
La próxima semana escribiré sobre la tendencia que se ha desarrollado en nuestros tiempos relacionada con quitarle el valor humano a la relación sexual y su progresiva conversión en una cosa más de las muchas que tenemos que hacer. Esto lleva a que le restemos significado a la realización de un acto que es parte integral de una relación trascendente.
Entre tanto, ¿Creen ustedes que el sexual es el aspecto más importante de una relación conyugal?
Pues no, no creo que que el sexual sea el aspecto MAS IMPORTANTE, de la relacion coyugal;
ResponderEliminarsiendo MUY IMPORTANTE cuando con madurez y equilibrio reconozco que YO SOY mas que mi cuerpo, mas que mis emociones, mas que mi inteligencia, cada uno de estos por separado, no me describen; sin embargo, cuando reconozco que en mi cuerpo hay emocion y en mi emocion puedo pensar, discernir, actuar inteligentemente,
me expreso en el amor TOTAL, no el amor que depende de un atractivo fisico, visual, que tanto se ha extendido hoy, y por el que muchas parejas estan dejando atras el amor con que se unieron, sacrificando (la mayoria de las veces no conscientes) EN ARAS DE ESE AMOR PASIONAL, la realizacion trascendental de lq vida en pareja, el crecimiento, la familia, los hijos, y la belleza de que todo eso suceda al lado, construido entre ambos, gosado por ambos.
DEFINITIVAMENTE el amor es expresado tambien en el aspecto sexual en la pareja, pero como consecuencia de esa vida ARMONIOSA y gloriosa de estar bien, sentirte bien. En fin que se extienda este conocimiento a los jovenes URGENTE.