Hay herramientas vitales en las que nos deberían entrenar desde niños, desprovistas de calificativos y preponderantemente, libres de cualquier connotación negativa. Discutir es la primera y más importante de ellas.
Hoy cierro un tema en este blog con una propuesta. UN NUEVO ENTENDIMIENTO PARA DISCUSIÓN. Los invito a empezar por dejar de convertirlo equivocadamente en sinónimo de pelea. Aduéñense del verdadero significado: la acción de examinar atenta y particularmente un tema. La acción inteligente de inquirir, investigar, escudriñar con diligencia y cuidado sobre lo que nos ocupa.
Es un lugar común decir que la falta de educación es la explicación de la mayoría de los problemas sociales, y no por ello deja de ser válido. Si no comprendemos lo que significa una palabra o construimos significados con base en entendimientos distorsionados, el pronóstico para lo que hagamos a partir de ello será pobre.
Si aprendo que discutir no es pelear sino examinar, ¿Cómo cambiaría mi relación? Imaginen que su pareja les dijera: “No me gusta lo que haces” y que en lugar de contestar “A mi tampoco lo que tú haces” lo cambiáramos por un directo y simple “¿Por qué?”… ¿Cuál podría ser el resultado?
Hoy cierro un tema en este blog con una propuesta. UN NUEVO ENTENDIMIENTO PARA DISCUSIÓN. Los invito a empezar por dejar de convertirlo equivocadamente en sinónimo de pelea. Aduéñense del verdadero significado: la acción de examinar atenta y particularmente un tema. La acción inteligente de inquirir, investigar, escudriñar con diligencia y cuidado sobre lo que nos ocupa.
Es un lugar común decir que la falta de educación es la explicación de la mayoría de los problemas sociales, y no por ello deja de ser válido. Si no comprendemos lo que significa una palabra o construimos significados con base en entendimientos distorsionados, el pronóstico para lo que hagamos a partir de ello será pobre.
Si aprendo que discutir no es pelear sino examinar, ¿Cómo cambiaría mi relación? Imaginen que su pareja les dijera: “No me gusta lo que haces” y que en lugar de contestar “A mi tampoco lo que tú haces” lo cambiáramos por un directo y simple “¿Por qué?”… ¿Cuál podría ser el resultado?
Si aprendo que discutir no es pelear sino investigar con cuidado, ¿Cómo cambiaría mi relación? Imaginen que su pareja repite una conducta que les desagrada y ustedes, en lugar de decir: “¡Estoy harto de que siempre hagas lo mismo!” dijeran algo como: “Quiero platicar contigo. Tengo muchas preguntas. Cuéntame, ¿Por qué haces eso? ¿Cómo lo hacían en tu casa? ¿Cómo lo hacías cuando vivías solo? ¿Sabes? Estuve analizando que siempre lo haces cuando [algo falta/algo te duele/no hemos pagado/los niños se enferman/hay problemas en tu trabajo] ¿Lo has notado tu?”
No podría hablar de propuesta sin integrar y definir algunos ELEMENTOS DE LAS DISCUSIONES, todos ellos como variaciones de un intercambio que nos permite dar a conocer la causa o motivo de algo y sobre todo, que mediante una escucha inteligente, nos da la oportunidad de entender y aprender, antes que pelear y destruir.
Primer elemento, ¿Cómo preguntar al discutir? Hay una distinción muy elemental: de manera cerrada o de manera abierta. Una pregunta cerrada es aquella que va tras un dato concreto, un si o un no. Por ejemplo “¿A qué hora hiciste el trabajo? A las 5.”, “¿Cuánto tiempo tardaste? Media hora”, “¿Recogiste lo que te pedí? Si.” En estos tres ejemplos obtenemos un dato concreto por respuesta. Una pregunta abierta es aquella que permite al que responde, contar una historia. Por ejemplo “¿Cómo empezó todo?” ,“¿Cuáles fueron todas las cosas que te pasaron?”, “¿Me puedes platicar tu día?” Con ellas, el que responde tiene la oportunidad de explicar su perspectiva y sus justificantes. El que escucha, tiene más elementos para darle contexto a la respuesta y a la conducta. Sobra decir que recomiendo las preguntas abiertas en las discusiones de pareja.
Segundo elemento, ¿Qué es una escucha inteligente? Aquella que no sólo presta atención a las palabras, sino a los gestos, a la entonación y la fuerza con que estas salen de mi pareja. Pero también, que ponen atención al día y la hora en la que suceden los intercambios; al estado de salud actual; a la problemática familiar que rodea el momento; a la situación laboral; a la situación económica de la familia. Si sólo oigo palabras, no estoy usando toda mi capacidad e inteligencia. Si soy capaz de poner las palabras en medio de un contexto que está compuesto por una lista larga de variables complejas, es más probable que construya una interpretación útil de lo que mi pareja quiere en realidad transmitirme y porqué lo hace de determinada manera.
Tercer elemento, ¿Qué respuestas ayudan al nuevo entendimiento de discusión? Principalmente aquellas que no asumen que lo entendimos todo y que no es necesario que nos digan más. Es frustrante en el proceso de una discusión que alguien diga “Si, Ya entendí.”, “Todo me queda claro”, “Entiendo perfectamente cómo te sientes”, porque cortan el flujo de la conversación. Limitan, a quien está empezando a construir una historia, en su proceso de verbalizar cosas que probablemente no las tiene del todo claras y viven en su inconsciente. Es mejor decir: “No tengo clara idea de cómo te sentías; cuéntame más”, “Debió ser duro ¿Cómo le hiciste?” porque el no asumir que lo entendemos todo combinado con preguntas abiertas facilita que las emociones y los impulsos salgan, se agoten y quede al final solamente el sentimiento de compartir ideas con una temperatura manejable y ya no la altísima que se genera como parte del impulso inicial.
Nota importante: hay dos precondiciones para adoptar y utilizar el nuevo entendimiento de discusión. La MADUREZ y La SENSATEZ. Madurez entendida principalmente como buen juicio o prudencia; sensatez como la capacidad y el ánimo de actuar con serenidad e inteligencia; con tranquilidad y calma a la vez que ejercitamos al máximo nuestra capacidad de comprensión y resolución de conflictos. La prudencia y la serenidad deben ejercitarse y desarrollarse con el fin de tomar parte en discusiones inteligentes y productivas. Sin ellas, es menos factible virar hacia el nuevo entendimiento de discusión y en cambio, quedarnos varados en la clásica pelea impulsiva que se alimenta de frases destructivas y que daña la relación.
Como idea final, les pido mantener a la vista el objetivo del intercambio verbal: Satisfacer a nuestra pareja con las respuestas que brindamos. En su concepto puro, satisfacer es aquietar y sosegar las pasiones del ánimo. Trabajemos en nuestro matrimonio para desarrollar la capacidad de conciliar, de reconstruir, de ajustar los ánimos opuestos entre si. Cuando una discusión inicie, traigamos a la mente que nuestro objetivo debe ser satisfacer, responder, calmar.
Espero que estas ideas puedan ayudar a evitar desavenencias. He disfrutado escribiendo sobre los impulsos, sus consecuencias y la forma de manejarlos en la relación de pareja; espero ahora disfrutar leyendo sus comentarios en el blog o por correo electrónico. Seguimos.
Estoy totalmente de acuerdo, estas habilidades como tales, hay que desarrollarlas desde la infancia, y continuar adquiriendo madurez con las primeras relaciones. Esto aplica para todos los ambitos, en el hogar, los amigos, el trabajo, etc.
ResponderEliminarCada concepto aqui analizado me parece que aplicado, es muy valiosa ayuda para quienes en verdad tenemos la voluntad de sacar adelante nuestro "conflicto de pareja"
El autor del libro EL PODER DEL AHORA, senala que ciertas situaciones van a requerir un nivel de conciencia "estar en el ahora" muy fuerte, ya que de no ser asi, el efecto que provocan en nosotros es que "YA NO SOMOS NOSOTROS" la emocion empieza a hablar por nosotros y todo se complica mas.
Me encanto Gil, se acabo muy pronto y deja ganas de seguir con mas....
aydee