Desde meses atrás había pensado en explorar el papel de los impulsos en el matrimonio y hoy lo haré con una estructura de 3 conceptos: primero ¿Qué hay detrás de un impulso? luego, ¿Cuáles son las reacciones que tenemos ante ellos? y tercero, ¿Cuáles son las consecuencias que generamos y luego enfrentamos?
¿Qué hay detrás de un impulso?
Decía la semana pasada que un impulso nos induce a hacer algo de manera súbita, sin reflexionar. Lo considero natural y en ocasiones, inevitable. Lo interesante es que en la medida que tomamos conciencia de las reacciones que generamos por actuar impulsivamente, va creciendo en nosotros la templanza. En la medida que producto de nuestra experiencia vamos sufriendo consecuencias negativas en nuestras relaciones por actuar producto de un impulso, vamos aprendiendo a tener mayor control sobre nuestro temperamento. O al menos deberíamos.
A continuación les comparto un cuestionario como herramienta para reflexionar sobre el primer punto:
¿De dónde nos viene lo impulsivo? Es importante cuestionarse las circunstancias, actitudes e incluso sensaciones que detonan el impulso ¿Es un estado temporal y relativo a una circunstancia? Analizemos si sólo reaccionamos de forma impulsiva ante eventos extraordinarios y con una periodicidad poco recurrente o por el contrario ¿Es un rasgo de nuestra personalidad, es decir, relativamente permanente? ¿Tenemos un temperamento impulsivo condicionado por nuestra biología? y finalmente ¿Nuestra personalidad es impulsiva, es decir, es nuestro modo característico de enfrentar el mundo? Esto último nos demandará un análisis más profundo y también un camino más escarpado para mejorar en la armonía de nuestras relaciones.
¿Es nuestro Carácter impulsivo? El carácter es una combinación de valores, sentimientos y actitudes, que se van desarrollando a lo largo de la vida. Nuestro carácter es la consecuencia de la adaptación que se va dando con el transcurso del tiempo de nuestro temperamento al ambiente en el que vivimos. Erich Fromm considera como base fundamental del carácter a los modos específicos de relación de la persona con el mundo: 1) adquiriendo y asimilando objetos y 2) relacionándose con otras personas y consigo mismo; al primero lo llama proceso de asimilación y al segundo, proceso de socialización. Carácter en su definición etimológica viene del griego “marca grabada” y por ello debemos pensar que siendo adultos, se requerirá un trabajo retador si queremos hacer una modificación a un carácter impulsivo. Se puede. Saquen sus conclusiones.
¿Cuáles son las reacciones que tenemos ante los impulsos?
En la primera parte (domingo anterior) dije que al vaciarle una idea a nuestra pareja producto de un impulso generamos una emoción que altera el ánimo de manera intensa; si tenemos suerte de forma agradable, pero las más de las veces será desagradable. Esa conmoción produce síntomas físicos reales en nuestro cuerpo; duele, amarga el gusto, raspa, aumenta la temperatura. ¿Queremos en realidad hacerle eso a la persona que amamos? No olvidemos que la escena no termina ahí. La emoción que desatamos produce una reacción, una resistencia, oposición. ¿Queremos recibir eso de la persona que amamos? Provocamos una reacción hostil cargada con el deseo de rebatir, contradecir, probar límites y finalmente, ganar. Convertimos a la pareja en un rival; en alguien que quiere la victoria. Y luego el que vive la reacción, piensa que sólo la subordinación del juicio y la decisión de la pareja a la propia, podría poner fin a la agresión. Se olvida la posibilidad del punto medio quizá más efectivo y menos tóxico para la relación.
¿Cuáles son las consecuencias?
No hay en la literatura formal un panorama positivo tras analizar las consecuencias de los comportamientos impulsivos. Cuando actuamos sin pensar, producto de nuestros impulsos, podemos provocar pequeños sucesos de los que involuntariamente se deriva un daño; podemos incurrir en situaciones riesgosas o poner a nuestra pareja en una; podemos llegar a actuar con violencia y con ello producir daños y rompimientos definitivos.
Por ello quiero proponer un nuevo entendimiento a la palabra discusión y formas para las discusiones; me gustaría hablar del papel de la madurez y la inteligencia en la conciliación y las ideas que pueden ayudar a evitar desavenencias. Todo eso lo haré la próxima semana en la tercera entrega que cierra este tema. Los espero.
Muy buen tema, muy padre escrito, pero que difícil es poder dejar actuar a veces por impulso... es lo primero que sale cuando las cosas se salen de control... recomendaciones prácticas... para evitar actuar por impulso...Qué daño tan fuerte se puede hacer...pero ya cuándo te das cuenta el rato amargo ya lo hiciste... saludos, Erika Guerrero
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