El sentido de la vida no se inventa, sino que se descubre; no es dado, sino que es encontrado. - V.E. Frankl
La vida no es solamente el espacio de tiempo que transcurrirá desde el nacimiento hasta la muerte. Tampoco es experimentar una simple secuencia de acciones ejecutadas de acuerdo a un programa. ¿Qué viene entonces a la mente? La vida, como despertar, es mover, excitar, experimentar. Es también un constante interrumpir el sueño de todo aquel que está dormido. Por ello deseo que el hilo conductor de la historia a narrar al final del camino sea la lista de eventos en los que la fortuna ha estado de nuestro lado y no las desgracias que hemos tenido que enfrentar. Que el nudo verse sobre aquellas cosas que nos placen; las que son la expresión de nuestra vitalidad. Y que la conclusión pueda, en resumen, ser sólo sobre el amor que pudimos disfrutar.
Todos los episodios de nuestra historia, giran en torno a la lucha por consolidar nuestra capacidad de amar. Cada capítulo es una constante búsqueda de sentido para nuestra vida y al final de cada uno, las líneas explican que es el amor lo que nos lo da. “El amor es el sentido de la vida…” dice San Agustín, “…el hombre esta hecho por y para el amor. Reposará cuando haya cumplido y realizado el amor.”
Por ello quiero escribir en las siguientes cuatro semanas sobre esos encuentros para los que debemos estar preparados y despiertos en nuestra vida, todos ellos provocados por la búsqueda del amor. Si lo pensamos, si lo preparamos, si tenemos la capacidad incluso de saborearlo con genuino deseo antes de que llegue, podremos experimentar un gozo mayor al alcanzarlo y reduciremos la frustración que produce el tenerlo enfrente y no poder disfrutarlo.
La próxima semana, el primer amor. Ese que llega a nosotros envuelto en inocencia y que cambia nuestra vida para siempre. El primer amor que nos hace dejar la infancia y nos otorga el certificado de bienvenida a la vida adulta. En quince días, el amor comprometido. Ese que nos hace tomar la decisión de abandonar nuestra singularidad y convertirnos en una dualidad sin dejar de ser uno. En tres semanas, el amor trascendente. El que se dona y se convierte en vida nueva. El amor que experimentamos con nuestros hijos. Finalmente, una cuarta entrega sobre el amor maduro. Aquel que es el más difícil de alcanzar, de mantener, de experimentar y de gozar.
¿Porqué escribir sobre esos encuentros? Para recordar, para reír de nuevo, para encontrarle razones a lo que parece no tener. Para preveer. Para orientar el rumbo y sobre todo, para aprender más sobre el difícil arte de amar nuestras vidas a plenitud.
Gracias por estar aquí, conmigo. Gracias por leer y continuar este recorrido. Seguimos…
Qué onda Gil, que bueno que tocas estos temas tan difíciles de ver en la época moderna, donde parece que la gente reacciona más por el miedo, el deseo de poseer, o la imagen pública, más que al amor.
ResponderEliminarOye Gil, porque no escribes en alguno de tus momentos sobre como despertar a la vida, como apagar el piloto automático y manejar en manual, como se le hace para estar presente. Lo difícil no es tener la información es actuar en base a ella, como los fumadores saben que hace daño fumar y no pueden parar, como sabemos que ciertos alimentos no hacen ningún bien, pero seguimos comiendo, etc...
Gueno saludos y aquí sigo leyendo.
El Potes
Ex Gordito,
ResponderEliminarque bueno que llegaste bien y que traes nuvos temas, te mando un abrazo y espero la siguiente entrga
Potes
Que bueno que regresaste. Se te extrañaba. Que buenos temas escogiste. Saludos
ResponderEliminarErika
Gilberto, siento gran aprecio por los hombres que saben expresar sus sentimientos y son sensibles a todo lo que ocurre a su alrededor.
ResponderEliminarSé que culturalmente no es fácil salir de los roles socialmente asignados pero tú eres muestra de que es importante saber abrirse a los sentimientos y transmitirlos.
Esta muy lindo tu ensayo...FELICIDADES!!!