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El Tiempo


El tiempo es una condición para la existencia de nuestro “yo”.

(Andrey Tarkovski. Esculpir el tiempo)

Para narrar una historia, nada más absurdo que intentar seguir exactamente los sucesos según la hora en que acontecieron; no hay un solo personaje -sin eso no sería una novela- que viva a la misma hora que otros.

(Max Aub. El campo de almendros)

El ser humano vive en el tiempo, éste es la sustancia donde el ser transcurre. La novela es un devenir temporal que transporta a los personajes de un instante a otro de su vida.

(Andrés Acosta. Taller de Novela)

La luz del mediodía no podía ser más brillante; el reflejo blanco en el pavimento cegaba a los trabajadores mientras buscaban refugio en las sombras raquíticas de los árboles frente a mi casa. La máquina avanzaba lentamente haciendo un ruido ensordecedor. Cada centímetro de pavimento que aplastaba era una música cruel decidida a taladrar los sentidos; la mezcla con el sufrimiento que provocaban las gotas salitrosas que escurrían sin cesar por mi piel no pudo ser peor.

Minuto a minuto, las huestes del patrón devoraban la calle. Sin darme cuenta, habían dejado atrás la esquina, rebasado la casa de Don Ciro y, tras unos segundos que perdí por limpiarme el ardor que el sudor provocaba en mis ojos, ya estaban cerca de la casa de Chelito arañando la otra esquina.

- ¡Ay Don Homero! Usted siempre con sus cosas. Ese día Yo estaba muy pendiente del trabajo pues quería que las máquinas abandonaran cuanto antes la calle para ahorrarle el sufrimiento a mi Meme de no tener donde parar su camionetita.

- Buenos días Minita…

- Fíjese que, cosa rara para este mes de agosto, casi ni hacía sol. “Son tus ojos Mina” dijo mi viejito; ya sabe, siempre me está hostigando. Estaba de un nublado que nos alegraba la comida. Ese día le dije a mi Meme que nunca iban a acabar, pues no había más trabajadores ayudando al que manejaba el armatoste. “¡Desgraciado! ¡Ya sé que nos vas a dejar así la calle hasta diciembre!” grité. Se tardó toda la vida en avanzar media cuadra. Lo bueno es que esas máquinas nuevas no hacen tanto ruido como las de antes… en mis tiempos salía uno corriendo del susto en cuanto arrancaban los motores. Total que para no alargarle más el cuento, en todo ese día no hicieron gran cosa. ¡Ni a la casa de Chelito pudieron llegar!

(Gilberto Yárritu. El Tiempo)

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