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¿Cuál es el azul?


El de mis pantalones de mezclilla, el de la línea en mis tenis, el de mi maleta, el del llavero, el de los números en el tablero, el del letrero en la avenida, el que provoca la sombra de la nube en el cerro, el de su uniforme tras el mostrador, el del saco del guardia, el de la silla, el de la alfombra en el túnel, el de la cortina que divide a los que viajan adelante del resto, el de la tela en los asientos, el que recubre la turbina, el del Golfo de México visto a más de 10,000 metros de altura, el de la portada en la revista, el de su blusa, el de su bolsa, el de su pulsera, el de su reloj, el de los letreros, el de las letras, el de sus escudos, el de su gorra, el de la copia de la factura, el del jeep, el de las ventanas reflejantes, el del cielo caribeño al mediodía, el de sus lentes, el de sus enormes arracadas, el de la pelota, el de la toalla, el del agua cercana a la playa, el de mis aletas, el del mar que me rodea mientras exploro el coral, el del toldo de la lancha, el de la alberca, el del número en la puerta, el de la sobrecama, el del bote de champú, el de mi camisa fresca, el de tu vestido de noche, el del mar iluminado sólo por la luna, el de tus ojos.

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No todo está perdido...

Leer noticias se ha vuelto una fuente de estrés para nuestra generación. La mayoría de las notas son crónicas del crimen y sus consecuencias. Parece que fuera lo único que sucede. A fuerza de tanto leer, nos hemos convencido, casi todos, de que nada se puede hacer; somos pasajeros y no pilotos en un avión que parece descender en caída libre. Yo no estoy de acuerdo.

Nada como el Amor

N ada se compara con amar y sentirse amado. Nada como encontrar a esa persona especial con la que compartes todo en la vida y, a través de la unión con ella, sentirte completo. Tristemente, cada día escucho más sobre relaciones a mi alrededor que se rompen, sobre matrimonios disueltos y sobre todo, escucho que aquellos a quien amo, viven infelices porque no son capaces de experimentar el amor que desean. Yo recibí y entregué hace poco más de 10 años, el sacramento del Matrimonio (así, con mayúscula) y, como la mayoría, he vivido un sin fin de situaciones y emociones que me han hecho sentir muchas veces plenamente feliz y también en ocasiones no tanto o incluso a punto de correr. A lo largo de este tiempo he encontrado ciertas ideas y escritos que me han ayudado a mantenerme en el estado de vida que elegí y quiero empezar a poner esas ideas en “blanco y negro”, combinarlas con las mías y, a través de una serie de seis reflexiones que iré publicando en las semanas siguientes, compartirla

47 vueltas

Me gusta la ciencia ficción. Se disparan mis sueños cuando pienso que, sobre una roca gigantesca, flotando en la nada, he completado 47 vueltas alrededor de mi estrella. Pero luego se acaban los cuentos interestelares: el tiempo se siente. Las rodillas y la espalda no mienten. Tampoco la calva y las pocas canas. O los lentes. ¡Los benditos lentes con 3 graduaciones y que en ninguna enfoco! La vida nos va cansando de a poco; es como un insecto que muerde una hoja. Al principio, casi no notas los agujeros, pero después de un descuido, casi no queda hoja. Así la vida. Hora tras hora, sin sentir en el momento, vas agotando la preciosa cuenta y al hacer un alto, hay más hacia atrás que hacia adelante. El futuro se ve hermoso, no lo niego. Me ilusiona. Todo lo que está por venir pinta para llenar los cajones reservados a los mejores recuerdos. Que si la casa, el negocio o los hijos grandes. Todo mañana tiene rostro de triunfo y sonrisa. La conciencia de tantas vueltas genera una urgencia: qu