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Comunicación en el Matrimonio (4° de 4): Tips para jueces "implacables"

Hoy llego al final de un bloque de cuatro ideas que componen un modelo alternativo para mejorar la comunicación en el matrimonio. Hace 4 domingos empecé con la preparación para pedir; luego, negociar las características de lo que pedimos; la semana pasada hablé sobre ejecutar lo que pedimos y hoy, finalmente, sobre evaluar la ejecución del pedido. Pedir, Negociar, Ejecutar y Evaluar = Comunicación para la Acción.

El concepto más relevante que sustenta esta última etapa del modelo se refiere al hecho de que sólo el que realizó el pedido puede cerrar el ciclo de comunicación mediante la declaración de satisfacción. Esto es, si a mi me pidieron algo y lo entrego, pero no recibo una evaluación de quien lo recibe, no puedo considerar como finalizada la interacción.

- (él, desde la recámara) ¿Puedes preparar algo de almorzar?

- (ella, desde la cocina) Si claro…

- (unos minutos después)

- (él, desde la recámara) ¿qué pasó con el almuerzo?

- (ella, desde la cocina) te lo serví desde hace mucho…

Ella consideró que había terminado lo que le pidieron y que con eso, el asunto estaba resuelto. Hizo el almuerzo, pero no hubo un momento en el que entregara directamente el resultado de su ejecución a quien se la pidió. Tampoco hubo una evaluación final (desde un “gracias”, hasta “te quedó riquísimo”) sobre el pedido. A esto último me refiero con que el ciclo sólo lo puede cerrar el que realizó el pedido; jamás es una prerrogativa del ejecutante.

Otro concepto importante (y por eso el título de hoy) es que quién evalúa el pedido debe sujetarse a las condiciones de satisfacción negociadas y aceptadas. Es común que hagamos juicios negativos sobre condiciones que no establecimos y que las usemos para lastimar a quien le hicimos el pedido. Retomando el ejemplo líneas arriba, supongamos que él va a la cocina y se encuentra con un sándwich de jamón. Lo come y ella pregunta que si le gustó:

- (él) ¿Qué si me gustó? ¿Un sándwich con un vaso de leche?

- (ella) Te tosté el pan como te gusta…

- (él) Para mi un almuerzo debe empezar por un plato de fruta y además, ¿qué clase de inicio de día podría ser este sin café? Vaya almuerzo…

Podemos darnos cuenta que se está gestando un conflicto producto de la evaluación. Él no está evaluando las condiciones de satisfacción pactadas. Para el caso del ejemplo, éstas se limitaban a “hacer un almuerzo”. No se dijo qué alimentos o bebidas debían ser parte. Y como ya lo dije al inicio del tema de comunicación algunas semanas atrás: no debemos pensar que nuestra pareja está obligada a adivinarnos el pensamiento, por muchos años de casados que llevemos.

Es parte de nuestra naturaleza juzgar a los demás, no lo podemos evitar. Lo que si podemos hacer es aprender a construir juicios negativos y positivos. También debemos aprender a evaluar sobre lo que explícitamente negociamos y nunca sobre cosas que no fueron solicitadas o que incluso no son parte del pedido. Muchas personas tienden a usar cada oportunidad que tienen de evaluar, para hacer juicios negativos sobre cosas del pasado. “Otra vez el almuerzo de sándwich… como el mes pasado que hiciste lo mismo…” y se siguen “tu siempre haces las cosas sin preguntarme… como aquella vez en…” y se siguen.

Para hacer juicios, podemos usar una estructura tal como: 1. Manifestar una preocupación por la relación, 2. Declarar cuál condición de satisfacción no fue cumplida 3. Explicar cómo podría satisfacerse en el futuro dicha condición. Por ejemplo:

- (él) Me gustaría que cuando compartamos el almuerzo, lo hagamos contentos y nos dediquemos a platicar sobre las cosas que nos pasaron en la semana y no sobre si me diste fruta o pan (1). No preparaste un almuerzo completo (2). Para la próxima, me gustaría tomar café, algo de fruta y finalmente un huevo (3). Eso sería lo mejor.

- (ella) De acuerdo. Y ahora, ¿cómo te fue ayer en la junta con tu jefe?

Cuando nos preparamos y le damos una estructura a nuestro juicio negativo, reducimos las posibilidades de dañar la relación. Si explicamos el porqué de nuestra inconformidad, es probable que nuestro juicio sea escuchado como parte de nuestro interés por mejorar y no como una agresión. Si somos específicos en lo que no se satisfizo de las condiciones del pedido, nuestra contraparte sabrá lo que debe mejorar y no tendrá que adivinar lo que no hizo bien. Si cerramos diciendo lo que queremos para el futuro, damos de nuevo la oportunidad de evitar repeticiones de conductas no deseadas.

Una nota de apoyo para preparar nuestras opiniones sobre lo que nos dan cuando pedimos: Debemos ser especialmente cuidadosos con las palabras NUNCA y SIEMPRE. Son herramientas de destrucción muy poderosas. Cuando las utilizamos sin el cuidado debido, pueden causar daños severos a nuestras relaciones.

- (él) ¡Nunca me das bien de almorzar!

- (ella) ¿Nunca? ¿En 5 años de casados nunca te he dado bien? ¡Apenas ayer pasé media hora cortando la fruta y haciendo chilaquiles! Siempre te molestas por cosas sin importancia… ¡Siempre!

A los que estamos casados y que tenemos la fortuna de contar con una esposa que cocina les pregunto ¿NUNCA nos han dado bien de almorzar? Lo más probable es que algunas veces no nos haya gustado el menú, pero… ¿NUNCA? ¿No ha existido un solo día en 1,5,10 o 20 años de convivencia en lo que te hayan dado algo de tu gusto? Es una palabra que no refleja la realidad. También les pido que se cuestionen ¿Qué sensación creen que causa en la esposa el que le digas que NUNCA hace determinada cosa? ¿Sentirá que es una evaluación justa?

Por otro lado, ella replicó con un siempre te molestas… ¿SIEMPRE? ¿No ha existido un solo día en 1, 5, 10 o 20 años de convivencia en los que has recibido algo sin molestarte? Esta es otra palabra que no refleja la realidad. ¿Qué sentirá el esposo si le dicen que SIEMPRE tiene una determinada reacción? ¿Sentirá que es una evaluación justa? Por ello son palabras que deben ser usadas con mucho cuidado y sobre todo, con fundamento, pues después de soltarlas, no hay regreso. O las sostenemos con ejemplos y datos, o debemos prepararnos para enfrentar un daño en la relación.

La evaluación se hace después de que la persona a la que pedimos algo nos lo entregó. La evaluación se hace únicamente por parte de quien realizó el pedido y sólo él puede dar por concluida la interacción. La evaluación es únicamente sobre las condiciones de satisfacción negociadas. Si tenemos que hacer un juicio negativo sobre lo que pedimos, debemos estructurarlo: manifestar lo que me preocupa en el ámbito de la relación, explicar lo que no me satisfizo y mostrar una forma detallada en la que en el futuro mis condiciones serían atendidas. Finalmente, cuidado con las peligrosas nunca y siempre.

Espero que el modelo les sea útil. Yo lo he visto en práctica y, bien utilizado, me ha dado resultados extraordinarios. ¿Les gustó el modelo? Espero como siempre sus comentarios.

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